No soy un hater pero…

En el estúpido mundo que vivimos, que te llamen «hater» debería ser un honor. Sin embargo, no me siento demasiado orgulloso de un término que se suele usar para definir a alguien que está en desacuerdo con todo.

En las últimas semanas he saltado de alegría con LunarEpic, NikeCourt UltraFly, Chuck II Futura, las colecciones casi completas de adidas x Hyke e Y-3 para Roland Garros. Demasiado amor para un hater. No, no soy uno de esos.

Lo habitual es decir que se odia las situaciones, no a las personas. Pues a mí me pasa justo lo contrario, soy más hater de las personas que de cualquier otra cosa. Pero odio, por encima de todo, a tres grupos del mundo de las zapatillas:

-Los imitadores de Patta. Sí, Patta lleva más de 10 años haciendo lo mismo, poner pose de negro chungo. Pero se lo perdono porque hace 10 años era toda una novedad. Ahora Patta es como unos Rolling Stones, respetables, pero si tengo que elegir, prefiero ir a otros conciertos. Lo que no llego a entender son los imitadores de los Rolling. Ni a los de Patta. Porque no eres antillano, eres de Cuenca.

-Los coleccionistas con ínfulas. En casi cualquier disciplina hay coleccionistas, pero en la mayoría de los casos, los coleccionistas no pasan de ser una panda de frikis con conductas extrañas. Como me decían hace unos días en twitter, conocer la historia de la música es mucho más que comprar vinilos en ferias. Un coleccionista debería ser un caso curioso, no el ejemplo a seguir.

Cada vez que alguien critica a homosexuales o negros acaba diciendo «yo no tengo nada en contra de los gays, incluso tengo amigos gays». Pues yo tengo amigos gays y coleccionistas (incluso alguno que son las dos cosas). Pero me parecen interesantes por algo más que comprar zapatillas. Gente que compra joyas de hace 25 años y es capaz de contarte la historia que hay detrás. Luego están todos esos que han descubierto ebay y sucedáneos y se están gastando miles de euros, pero esos me aburren soberanamente.

-Y dejo para el final lo mejor, los blogueros. Odio a los blogueros. Entiendo que alguien que escribe en un blog es porque tiene algo que contar. A partir de ahí puede ser interesante dedicar una parte de tus esfuerzos a que el mensaje llegue a más gente. Pero ese es el segundo paso, no el primero. Ahora mismo los blogueros se empeñan en gritar pidiendo que les escuchemos, compran seguidores, te piden que actives notificaciones en IG, enseñan el canalillo en sus fotos.  Y una vez que han ganado tu atención se dan cuenta de que no tienen nada que decir. Bueno, a ellos les da igual porque les invitan a saraos y allí hay barra libre y mil sitios para hacerse selfis. Y les mandan zapatillas que luego pueden vender en wallapop para comprar más followers para que les inviten a más saraos con más barras libres. Hasta que un día consiguen llegar al nirvana y aparecer anunciando vaporetas.

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