Aunque pueda ser incluso práctico en ocasiones de desesperación, no hay nada más injusto que alguien que pasa unos días en una ciudad y habla de ella como si la conociera. Eso es exactamente lo que hago después de algunos viajes y lo que voy a hacer después de pasar unos días en Berlín. Es injusto pero al menos no es una guía de zapatillas.
Principal problema de Berlín; nos han contado mil veces las cosas que Lou Reed asegura no recordar de Berlín. No las recuerda porque Berlín es una ciudad sin control (o al menos lo era en 1973). Y Lou Reed tenía aun menos control. Pero Lou Reed terminó prohibiendo que se fumara en sus conciertos y Berlín también ha cambiado desde entonces.
Ahora es una aunque justo después de derribar con odio la barrera que les separaba se dieron cuenta de que igual ese muro era todo lo que tenían en común. El muro ahora mismo es una de las zonas disneizadas de Berlín; debía ser un photocall de un kilómetro de largo, pero los clientes se acercan solo a una zona, en la que queda retratado el beso de Dmitrij Vrubel.
Otra diferencia respecto a la época de David Bowie e Iggy Pop, seguro que no era obligatorio ninguno de los looks básicos berlineses.
-tinte pretenciosamente mal aplicados, nuca rapada y flequillo perfilado cada cuatro horas.
-total look negro, gorro de lana minúsculo, detalles oversize y alguna prenda que pueda identificarse como cara aunque no se vea la marca.
-Bola extra. Hay otro look típico berlinés, el del vendedor de kebab (con un aire al Soup Nazi de Seinfeld).
Algo en común para los dos primeros; parecen tomarse a si mismos demasiado en serio.
Quizás el punto más ridículo de Berlín sea el Checkpoint Charlie (aclaración necesaria, no disfruté de la noche berlinesa así que posiblemente haya MUCHOS lugares más ridículos, pero están ocultos en la oscuridad). Una especie de museo de cera en el que las estatuas no son de cera. Buscándole una utilidad al Chekpoint Charlie, propongo que se convierta en un control de paso de looks berlinés. Necesitas 10 puntos para hacerte pasar por uno de ellos, el gorro de lana son cinco puntos, el rapado 3 y el pantalón corto a 3 grados es un pleno.
Lo bueno; las temperaturas. Cuando la media de algunos meses está rozando el 0 no puedes ir con cualquier cosa. En 5 minutos en una calle de Berlín puedes ver más chaquetas técnicas que en un mes en cualquier otro sitio.
En realidad no es así del todo. En 5 minutos en una calle de Berlín puede que te encuentres con tres personas y todas irán de uniforme porque están trabajando.
La noche, será la noche. Que los berlineses salen de noche y duermen durante el día. Será eso. O que hacía 3 grados. Pero en cinco minutos sacando a mi perro en casa me cruzo con más gente que en Berlín en una semana.
Uno de mis detalles favoritos han sido los carteles en las calles. El arte urbano en Berlín ya tiene claro que es un anuncio (Blu llegó a pintar de negro uno de sus murales tras conocer que un hotel estaba vendiendo más caras las habitaciones desde las que se podía ver su trabajo). Los carteles no engañan, sabe que intentan venderte algo.
Hablemos de tiendas. Las históricas europeas tienden a desengañarme. Quizás sea que no las pillo en su momento de esplendor, pero algunas de ellas cabrían en el baño de tiendas que tengo cerca de casa. Mi inocencia pretendía encontrar nuevas marcas, aunque mi cerebro sabía que cualquier marca la puedo encontrar a 500 m de mi casa.
La historia hace mucho daño. Cuando llevas años escuchando hablar de una tienda tiendes a pensar que es diferente a las que visitas habitualmente, pero no lo son.
Lo que conseguí diferenciar es dos tipos de tiendas con zapatillas, las dedicadas a sneakerheads y las que piensan en la moda. Con estas últimas suelo tener “problemas de pertenencia” (por resumirlo mucho; las tiendas de moda quieren que compres para pertenecer a un grupo elitista que comprende sus referencias, pero yo no tengo ningún interés en pertenecer a uno de sus grupos). Sorprendentemente me han interesado mucho más las tiendas en las que las zapatillas funcionan como un complemento que las que se centran en las zapatillas. A pesar de esa imagen ultramoderna de Berlín que tenemos desde el exterior, las tiendas para sneakerheads parecen repetir los esquemas de hace diez años, intentando luchar por tener “street credit” y ser malote.
La excepción es SneakersAndStuff, una cadena histórica que al menos en Berlín no cae en los topicazos (o cae en otros, pero ese es otro asunto). Al menos no tratan de convencerte de que son la cuna de la Sneaker Culture y los empleados no parecen salidos de un estudio de tatuaje.
Del otro ámbito, de las más fashionistas, me quedo con Voostore y sobre todo The Store X, con esa extraña mezcla de “oh, tenemos estilo pero nos da igual”, pantalones de mil euros, revistas de moda y café caro (que en realidad pagas como una entrada para ver la farándula que recorre estas tiendas).
¿Lo curioso? Ediciones limitadísimas en una tienda imagen de una una gran ciudad con descuentos impresionantes. Si una tienda de Berlín no es capaz de vender una curva de zapatillas ultralimitadas es que tenemos un problema. La base de este sistema consiste en decirle a la gente de ciudades pequeñas ¡esto es lo que se lleva en Berlín!
Si yo fuera una gran marca que quiere crear imagen con ediciones limitadas intentaría que los compradores reales (esos que compran por internet el día del lanzamiento) no viajaran a Berlín esperando una ciudad de moda. Es como decirle a un apasionado del tecno que no entre en Berghain porque el único motivo para entrar es que no te dejan.