Space Jam. Más allá de un anuncio de 88 minutos

El impacto de Jordan en el deporte tiene tantos puntos álgidos como zapatillas tenía el propio Michael. Pero socialmente en España hay dos momentos, dos chispas, en las que se convirtió en un fenómeno cultural, 1992 y 1996.

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Antes de esas fechas Michael ya había visitado España. En 1990 viajó a Barcelona dentro de una gira europea organizada por Nike (Jordan como marca aun era un boceto). Desde luego que provocó histeria, pero solo entre un puñado de aficionados al baloncesto. Visitó el Estadio Olímpico de Montjuic y las obras del Palau de Sant Jordi, se hizo fotos con Villacampa, fue jurado de un concurso de mates y se cascó 37 puntos como estrella invitada del All Star de la ACB (jugó cada mitad con un equipo, primera parte de naranja, segunda parte de azul. Algún día lanzarán una edición especial de la Jordan V en recuerdo a ese día).

Michael Jordan era el ídolo de una generación que se había enganchado al baloncesto en 1984, con la plata de Los Ángeles, pero seguía siendo solo un gran jugador. Más allá de las canchas no era un nombre que sonara. Por resumirlo mucho, tu eras capaz de imitar todos los movimientos de Michael, pero tu madre no sabía quién era Michael Jordan.

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Todo cambió en 1992, ya tenía el prestigio de ganar un anillo NBA y su participación en el Dream Team olímpico sirvió para que Jordan pasara de ser una estrella del deporte a ser simplemente una estrella. 1992 fue el año en el que tu madre te avisaba de que en la tele están hablando de “ese jugador que te gusta tanto”. Incluso salía en videoclips con Michael Jackson.

El siguiente paso fue definitivo. Reconvertir al deportista en un mito cultural. Y el motivo fue Space Jam, la película que acaba de cumplir 20 años.

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Hace unos días Jordan preparaba una proyección de la película que servía como enlace para presentar la nueva campaña-aniversario de Space Jam. Jordan (la marca, no el jugador) me pidió que dedicara unos minutos a desgranar la película antes de la proyección. Algo tan complicado como pedirle a un cura que te resuma la biblia en 3 minutos. Evidentemente, no lo conseguí.

El estreno de Space Jam me pilló en la veintena, cuando tu plan perfecto para un viernes noche no era ver una película de dibujos animados. En cualquier caso, era una película protagonizada por un jugador de baloncesto y un conejo, no podías esperar que aquello tuviera mucho sentido. Tardé un tiempo en ver la película y mucho más en darme cuenta de la importancia cultural de Space Jam. No escondía que era un producto comercial que intentaba copiar el éxito de merchandising de Star Wars y otras películas que conseguían vender más merchandising que entradas. No era una marca la que vendía su producto sino David Falk, el agente deportivo, el que colocaba a sus clientes en pantalla. Cuando salías del cine no querías comprar las zapatillas de Michael Jordan, querías comprar a Michael Jordan.

Que David Fallk utilizara Space Jam como expositor de sus estrellas tenía algunos puntos positivos. Las marcas tenían un peso menor, no sentías que estuvieras viendo un anuncio de Nike de 90 minutos (algo muy complicado porque la película se basaba en anuncios de Nike). A diferencia de otras en las que el product placement es avasallador, en Space Jam podías ver en el mismo plano a Jordan con Nike, Bogues con Reebok, Larry Johnson con Converse y Ewing con Ewing. En una maniobra que nunca llegué a entender, tanto los Looneys como los Monstars, los personajes dibujados, no llevaban zapatillas de marca (Warner Bros intentaría lanzar su propia marca poco después). En los anuncios de Jordan y Bugs Bunny, en el plano estrella el conejo se colocaba las Jordan VII, en la película no. Space Jam no era un anuncio de zapatillas, era un anuncio de Falk.

Y como no era un anuncio de zapatillas, aparecían zapatillas que ni llegaron a ponerse a la venta. Tal y como ocurrió años antes en Regreso al futuro II, veíamos zapatillas que (pensábamos) nunca se pondrían a la venta. Ya estábamos en un mundo extracomercializado e incluso en Space Jam se rien de la situación cuando Stan le dice a Michael “ponte tus Hanes, abróchate tus Nikes, cómete tus Wheaties y tómate tu Gatorade. Pasaremos por un Big Mac de camino al estadio”. Nike aprovechó Space Jam para lanzar una colección inspirada en la película, pero el producto que veíamos en pantalla nunca lo conseguirías. Space Jam era un anuncio, pero parecía desaprovechar la ocasión para vendernos zapatillas.

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