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Por Qué React no va a revolucionar nada

La presentación de React lo ha puesto muy fácil a los medios ¡la respuesta al Boost! La prensa sneakerhead, con tendencia a repetir, nos lo ha taladrado y no hay nada peor que una promesa que no puedes cumplir, como sabe cualquiera que haya repetido aquello de «en la salud y en la enfermedad…».

La primera zapatilla con Boost apareció hace casi 5 años y Nike, históricamente, se ha encargado de girar las ideas, no replicarlas (sí, todos podemos citar unos cuantos ejemplos de lo contrario pero no está, como se dice ahora, en su ADN). Si Nike hubiera querido responder al Boost lo hubiera hecho hace varias temporadas, no ahora que adidas está abandonándolo en favor del 4D.

Pero React no es nuevo. En junio de 2017 Nike y Jordan comenzaron a usarlo en zapatillas de baloncesto (Hyperdunk 2017, Super.Fly 2017) y después de aquella prueba, ya nos sorprendió precisamente porque no daba nada de lo que prometía. La amortiguación era muy correcta, pero no era nada reactiva y sobre todo, nada espectacular. En los últimos años, el triunfo del Boost se ha basado en una sensación espectacular desde la primera puesta. Mi idolatrado Zoom, por ejemplo, necesita una prueba activa para demostrar sus cualidades, mientras que el Boost te sorprende en cuanto metes el pie en la zapatilla. ¿Es eso bueno para un modelo deportivo? No siempre, pero si vas a usar una zapatilla una semana hasta el próximo lanzamiento, lo que hay que hacer es impactar desde el primer momento.

¿Y es eso React? Es dificil decirlo sin haber probado la nueva React Epic, pero en las notas oficiales no se habla de que el compuesto sea distinto al React de las zapatillas de baloncesto. Un modelo nuevo, casi sin suela exterior, con flyknit de una pieza y la comodidad del React puede ser una opción muy decente para aquellos que se llaman runners. Pero prometer revoluciones solo puede dañar a un producto que puede llegar a ser muy bueno.

Nike Mariah y el origen de su nombre

Mientras Nike desarrollaba su segunda zapatilla con aire encapsulado, el nombre del proyecto era Curved Air Racer. Un nombre justificado por su horma curva, diseñada para los corredores más rápidos. Pero esa zapatilla acabó llegando a las tiendas con otro nombre, Mariah.
Nike prometía un 2% de mejora del rendimiento, en lo que parece la primera de un largo historia de promesas porcentuales que han llegado hasta el proyecto Breaking2. Ese 2% funcionaba como una corriente de viento a favor y aquella Mariah de 1981 fue reeditándose en distintas versiones hasta hoy.

Pocos meses antes del lanzamiento de la primera Mariah había muerto George Rippey Stewart, autor de Storm, un libro que repasa 12 días de una tormenta llamada Maria que popularizó el sistema de dar nombre a los ciclones. Para mucha gente aquella tormenta llamada Maria fue la primera con nombre, a pesar de tratarse de fenómeno literario.
Storm sirvió como inspiración para la canción They Call The Wind Maria, un clásico que aparece en el musical Paint Your Wagon y en la posterior versión en pantalla grande, aunque allí se vio ensombrecida por otro clásico, Wand´ring Star de Lee Marvin

Aunque el título habla de Maria, en la canción lo pronuncian Mariah y “el viento llamado Mariah” pasó a ser un concepto usado por todos. Un victorioso caballo de carreras acabó utilizando ese nombre en los noventa y Mariah Carey fue bautizada con el nombre de la canción favorita de sus padres.

Mariah, nombre de viento que nunca existió, provocadora de un cambio de nombres en meteorología, canción clásica, caballo de carrera y por supuesto, zapatillas.

Nuevas esperanzas: NikeLab Zoom Fly SP

En el actual panorama de las zapatillas, lo que de verdad echo de menos es su relación con el deporte. Más deportistas y menos cantantes. El problema, según dicen, es que el producto deportivo es demasiado técnico, una expresión que no termino de comprender. ¿No era una Air Force 1 un producto demasiado técnico para la época? ¿No lo eran las Air Jordan? ¿Air Max? Llegado un momento, se marcó una línea que separaba las zapatillas de las zapatillas deportivas.

Así llegó el fin. Sin la necesidad de crear un producto técnico, cualquier marca podía lanzarse a hacer zapatillas. Por eso me alegra tanto ver lo que presenta NikeLab; una versión «utilitaria» de la ya mítica Zoom Fly, zapatilla derivada de la 4% del #Breaking2.

El punto de partida no es exactamente las zapatillas de Kipchoge sino los primeros prototipos. Al más puro estilo Fragment/Tom Sachs, los datos de esos prototipos sirven para ilustrar la zapatilla, Agosto 2015 por la fecha, ALTRNT MAT V2 se refiere a que se trata de la segunda versión de este material translúcido, STRETCH WVN por el material, EMB por los detalles bordados, INNV CNCPT por innovation concept y DSGN V7.2 explica que es la séptima repetición y la segunda dirección del material.

Estará a la venta en unas pocas tiendas con cuentas NikeLab a partir del 8 de junio y se plantea como una opción para darle la vuelta al yacente mundo de las zapatillas.

 

Boston Marathon 2017

En los últimos años a Nike se la ha criticado la ausencia de zapatillas voladoras. La Flyknit Racer ha sido un completo éxito comercial, pero con una moderada visibilidad en carreras. En 2016 era habitual ver atletas con la Streak 3, una zapatilla de 2011 que cinco años después seguía siendo insuperable. Evidentemente, el mercado para corredores que rozan los 3 min/km no es masivo, pero es muy visible. Son las zapatillas de los que ganan las carreras y por un motivo que no llego a entender, algunos corredores populares piensan que lo que es bueno para la elite puede ser bueno para ellos.

adidas supo ocupar ese espacio con un éxito abrumador. Desde 2007 las marcas mundiales de maratón masculino se han reducido dos minutos, se han batido cinco veces y las cinco con zapatillas adidas. Y ha sido precisamente en una carrera patrocinada por adidas cuando Nike ha mostrado lo que puede hacer. Los dos podios, masculino y femenino, han sido copados por atletas Nike y cinco de los seis con la misma zapatilla. Los dos vencedores, Geoffrey Kirui y Edna Kiplagat y los dos terceros, Suguru Osako y Jordan Hasay han utilizado la Vaporfly 4%, la versión “comercializable” de la arriesgadísima Vaporfly Elite que llevarán Kipchoge, Desisa y Tadese en su intento por bajar de las dos horas. Rose Chelimo usó unas Lunaracer 4 y Galen Rupp fue segundo con unas zapatillas basadas también en la Vaporfly 4%.

No fue el único detalle interesante de Rupp. Usaba mallas, algo poco habitual en maratón pero que veremos en Breaking2 y cambió la camiseta habitual de su equipo, Oregon Project, por una predominantemente blanca, tal y como se suele hacer en carreras con altas temperaturas (Jordan Hasay y Osako sí la llevaron). Y sobre todo, sorprenden las cintas Aeroblade en la zona baja de las piernas para reducir el rozamiento. Volviendo a las camisetas, Kirui venció con el uniforme Nike del equipo Nationale Nedernalden Running Team, recientemente presentado. Nike ha pasado de ser el equipo a ser el patrocinador del equipo. Kipchoge, otro de los Breaking2, también forma parte del nuevo equipo.

Mallas, tiras de aeroblade, incluso los calcetines han sido rediseñados. No es la primera vez que se intenta revolucionar el modo de vestir de los atletas siguiendo patrones estrictamente científicos. Kappa lo intentó en los ochenta con un estilo que solo se atrevió a usar Florence Griffith. Nike pisó el mismo terreno en 2000 y su protagonista principal y casi única fue Cathy Freeman (y la ahora innombrable Marion Jones).

El detalle que une aquél intento con Breaking2 es el que entonces era marido de Cathy Freeman, Sandy Bodecker, un de los locos históricos de Nike. Solo queda saber si lo que intuimos en Boston y conoceremos en Monza son cambios que llegan para quedarse o es solo una divertida campaña de Nike. En el peor de los casos, diversión.

Las zapatillas del maratón de Boston (VI): 1986; las zapatillas de la abeja

Durante décadas, la idea principal de Nike era crear revoluciones cada temporada y la de 1985 era una malla elástica en cuatro direcciones que usó en Air Sock, Flow, Current y sobre todo Sock Racer. Diseñada por Bruce Kilgore, demostraba que sus habilidades podían ir de los pesos pesados (Air Force 1) a los peso pluma. Sin cordones, solos dos franjas, una para evitar que el pie fuera hacia adelante y otro para evitar los movimientos laterales y con una media suela que combinaba poliuretano y una unidad Air. No hacía falta más para llamar la atención, pero Nike usó la combinación amarillo-negro y regalaba unos calcetines a juego. En la publicidad decía que eran “raras en el buen sentido”.
Una rara combinación de Sock Racer y calcetines a franjas que usó Ingrid Kristiansen para ganar en Boston en 1986. La Sock Racer se considera una de las predecesoras del concepto Free, se mezcló en un desafortunado híbrido, se reeditó en 2014 en una versión más cercana a la original y vuelve a hacerlo ahora con flyknit, pero no hay previstas nuevas reediciones de Ingrid Kristiansen.

Las zapatillas del maratón de Boston (IV): Salazar vs Beardsley, Nike vs New Balance

Dos tipos corriendo solos durante los últimos 15 kilómetros de un maratón. Alberto Salazar y Dick Beardsley medían sus sombras para saber si seguían corriendo juntos en los kilómetros finales del maratón de Boston de 1982. Correr, el jogging, era ya un deporte masivo y necesitaba un momento para las noticias.

Beardsley era el hombre de New Balance. El hombre que en sus primeros maratones había llegado a meta 30 minutos después del ganador, había tenido una oferta de 25.000 dólares por calzar adidas en el maratón de Boston de 1982. Salazar se había creado deportivamente bebiendo del mito Prefontaine. Correr era demostrar quién tenía más huevos, el mejor ritmo es un ritmo suicida y frases así. Pero Salazar lo había demostrado en 1978 cuando llegó a recibir la extremaunción después de un carrera. Era el hombre de Oregón, el hombre de Nike. El máximo favorito para todo el mundo, incluso para él mismo.

Aquella última hora del maratón de Boston de 1982 quedó para la historia como un duelo al sol entre Salazar y Beardsley, un anuncio de una hora de Nike y New Balance. Alberto Salazar conseguía cruzar la línea de meta dos segundos antes que Beardsley y allí mismo era recogido por los servicios médicos que necesitaron 6 litros de suero para recuperarle. Beardsley tenía cierta experiencia en estos finales, ya había empatado en el primer puesto del maratón de Londres un año antes, pero Boston era un duelo a muerte.

La relación de Salazar y Nike se ha mantenido desde entonces y algunas de sus zapatillas (American Eagle, Mariah) han quedado irremediablemente unidas a él. En las oficinas centrales de Nike hay un edificio llamado Alberto Salazar y fue el elegido para liderar Oregon Project.
La relación de Beardsley y New Balance no fue tan sosegada, pero tampoco lo es la vida de Beardsley, con accidentes y luchas contra las adicciones. La marca de Boston suele referirse a él como el mayor embajador de la historia de la marca. Por una carrera en la que quedó segundo. O por una carrera en la que llevó al ganador hasta la extenuación.

Las zapatillas del maratón de Boston (III): Jon Anderson, el hombre que cambió de nombre a sus Nike

Los primeros atletas que usaron Nike fueron los vecinos de Bowerman y Knight en Eugene, Portland. Uno de ellos, el hijo del alcalde, había sido olímpico en 1972, donde había compartido equipo con Prefontaine y el propio Bowerman. Jon Anderson era uno de los probadores de las zapatillas hechas a mano por Bill Bowerman y se presentó en la línea de salida del maratón de Boston en 1973 con unas Nike Obori. El nombre venía de un pequeño pueblo cercano a Fukushima, pero cuando Anderson llegó a meta en primer lugar, sus zapatillas pasaron a ser “aquellas con las que ganaron el maratón de Boston”. Poco tiempo después Nike las rebautizó oficialmente como Boston.

En 2016 Hiroshi Fujiwara las eligió para mezclarlas con la mediasuela Air Max. El híbrido también se escapó del nombre original y se convirtió en LD Zero.

Breaking2

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Cuando Roger Bannister consiguió bajar de los 4 minutos en la milla en 1954, consiguió romper una barrera que para muchos era insalvable. Sin embargo, todo lo que había hecho era demostrar que se podía hacer, en el siguiente año ya había 24 corredores que bajaban de los 4 minutos.

Ahora es Nike quien quiere capitalizar el colapso de la nueva barrera: las dos horas en maratón. Breaking2 es un programa que apoya a Eliud Kipchoge, Lelisa Desisa y Zersenay Tadese y le rodea de biomecánicos, entrenadores, diseñadores, nutricionistas, fisiólogos y psicólogos deportivos para intentar mejorar cada detalle para bajar de esas dos horas. Llevar al atletismo el estilo del equipo Sky de ciclismo. En cualquier caso, el desarrollo de productos para estos corredores se aplicará en los que encontraremos en las tiendas en los próximos años.

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La idea parece perfecta para Nike, loca, combativa y con un punto de arrogancia. Algunos recordarán la historia de Philip Boit, un mediocre atleta keniata que en 1996 recibió la visita de un equipo de Nike en Eldoret. Buscaban a un atleta que pudiera convertirse en el próximo campeón del mundo de esquí de travesía. Después de un par de años de entrenamientos sin nieve, Boit se convirtió el primer keniata en participar en unos Juegos Olímpicos de Invierno y llegó en último lugar en los 10km de Nagano.

El proyecto Breaking2 parece igual de arriesgado pero menos loco. En cualquier caso, el riesgo lo corren ellos, a nosotros nos da un montón de historias.