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La nueva estrategia: pagar para ser un anuncio

El asunto de la publicidad en blogs e instagram está en pleno proceso de legislación en Estados Unidos, pero algunas marcas van aun más rápido. Cuando algunos se plantean si la utilización de marcas en cuentas personales debería ser categorizado como anuncios, algunos dan un paso más.

Oiselle es una marca estadounidense de nueva ola centrada en material técnico para corredoras. Decidida a hacer las cosas distintas, no quiso entrar en el habitual circuito de enviar producto a instagramers y le dio la vuelta a la situación. Hay muchas corredoras dispuestas a hacer cualquier cosa por convertirse en una de esas afortunadas que reciben material y son invitadas a eventos de la marca. Cuando hay mucha gente dispuesta a conseguir algo, habrá alguien dispuesta a pagar.

Una vez al año Oiselle abre la opción de participar en Volée, un programa formada por mujeres que pagan 100$ por una camiseta, una bolsa, acceso prioritario a producto limitado, envíos gratuitos en las compras en su web, asistir a eventos y sobre todo, pagan por el derecho a asociar su nombre con la marca porque se comprometen a correr representando a Oiselle.

La marca tiene a 5 grandes atletas en plantilla (con Kara Goucher y Lauren Fleshman como nombres principales), unas 30 más que reciben producto y 4000 más dentro de Volée. Algo así como pagar para hacer creer que te pagan por llevar sus productos. Nada nuevo. Jordan tenía su propio club en los noventa y poco antes la división española de Converse te permitía formar parte de un exclusivo grupo. El giro maquiavélico es que Oiselle convierte a sus “Volée” no en consumidoras especiales sino en anuncios en redes sociales.

20 años del primer gran logro de Tobie Hatfield

Tobie_Vaulting_hd_1600Hace justo 20 años el pertiguista de la foto veía como medio mundo hablaba de uno de sus trabajos. El tipo en cuestión se llama Tobie Hatfield y algunos años después desarrollaría el concepto Free y el sistema FlyEase para que personas con movilidad reducida pudieran ponerse unas Nike fácilmente. Pero en 1996 Tobie Hatfield solo era un antiguo pertiguista que no había podido superar los 5.30 que había saltado su hermano mayor.  Se había dedicado a entrenar en Asia y Estados Unidos antes de que en Nike quisieran aprovechar sus conocimientos de calzado y cultura asiática para enviarle a supervisar fábricas. En Nike también seguía a la sombra de su hermano, el diseñador de las primeras Air Max y de la mayoría de las Jordan.

Tobie era el puente entre Nike y los atletas que debían participar en los Juegos de Atlanta 1996 y el favorito para hacerse con dos medallas de oro era Michael Johnson. Su prioridad eran los atletas, pero marketing también le pedía productos que pudieran tener cierta visibilidad durante los Juegos.

La idea de Hatfield era crear una zapatilla con un acabado que imitara a un espejo. En algunos trucos de magia se utiliza un espejo cerca del suelo para simular el vuelo. Incluso la primera saga de Star Wars utilizó ese truco. Una zapatilla que tuviera la apariencia de un espejo te haría pensar que Michael Johnson volaba.

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El equipo liderado por Hatfield estuvo 8 meses desarrollando un material que fuera perfecto para la potencia de Johnson y que luciera como un espejo. Cuando le presentaron los últimos cuatro prototipos de espejo, Michael Johnson preguntó «¿por qué me habéis preparado zapatillas plateadas? En Atlanta voy a conseguir dos oros, no platas.» Nike tenía en la recámara una zapatilla dorada y otra morada, su color favorito. En 10 segundos Michael Johnson rechazó las cuatro zapatillas plateadas y decidió usar la morada en los trials y la dorada en los Juegos.

El 1 de agosto de 1996 el antiguo pertiguista Tobie Hatfield veía como aquellas zapatillas doradas de Michael Johnson batían el record del mundo de los 200 metros, solo un par de días después de haber conseguido el oro en los 400. Las zapatillas doradas de Michael Johnson aparecían en cada portada. Dos detalles curiosos: no tenían nombre específico, por lo que pasaron a ser conocidas como «las zapatillas doradas», y MJ tiene algo en común con otro MJ; el pie derecho era media talla mayor para adaptarse a los pies de Michael Johnson.

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Nike intentó tirar de la imagen de Michael Johnson creando para él una espectacular zapatilla de entrenamiento, la Zoom JST, clara fuente de inspiración para la Free Mercurial Flyknit de Olivier Rousteing.

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Incluso intentó relacionar a Michael Johnson con la Zoom Spiridon en un curioso anuncio. Pero algunos colores de las Spiridon ¡tenían logo plateado! Afortunadamente veremos una reedición con logo dorado, tal y como había intentado la tienda Opium en una edición limitada que nunca llegó a ponerse a la venta.

Tan desapercibidas como su JST y la propia Spiridion fue su zapatilla para las pruebas clasificatorias de los Juegos. Una zapatilla con el mismo efecto brillante pero en un acabado morado. Nunca sabremos es si la primera Huarache, que el propio Michael Johnson anunciaba, era morada por elección personal del corredor.

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El señor de la foto es Spiridon Louis, un vendedor de agua griego que pasaría a la historia por una hazaña deportiva a pesar de que solo participó en una prueba atlética en toda su vida. Y la prueba era el primer maratón olímpico de la era moderna en 1896. Parece curriculum suficiente para dar nombre a unas zapatillas y Spiridon lo hizo con algunas más.

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La primera fue la Nike Spiridon, una racer pensada para los más rápidos. Ingrid Kristiansen corría con las Sock Racer, Alberto Salazar ayudaba a desarrollar la Nike Eagle y el portugués Carlos Lopes lo hacía con la Spiridon. Mientras preparaban prototipos para Los Angeles 84, Nike le propuso crear un Special Make Up rojo y verde, a juego con el uniforme de Portugal. La respuesta de Lopes fue digna de Muhammad Ali. ¿No sería mejor hacerlas doradas, a juego con la medalla que voy a conseguir? La Spiridon Gold debía ser un modelo específico para Carlos Lopes, pero después de ganar el oro olímpico en 1984 y batir el record del mundo en 1985, acabó teniendo una versión masiva.

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Screen-shot-2011-09-30-at-3.41.41-PMEl dorado es el único punto de unión con la siguiente Spiridon. En 1997 Nike preparó una zapatilla para Michael Johnson, que un año antes había ganado dos oros en Atlanta calzando unas zapatillas doradas. En principio la zapatilla se desarrolló como modelo de entrenamiento para un velocista como Michael Johnson, lo opuesto a una zapatilla para un maratoniano. Diseñada por Christian Tresser, un nombre casi olvidado porque solo estuvo un par de años en Nike, aunque le dio tiempo a diseñar Spiridon, Air Max 97 o la futbolera Air GX, con la que compartía swoosh brillante. Tresser pasaría por adidas, donde diseñó algunas de las primeras Crazylight y Adizero y actualmente trabaja para Newton.

La Spiridon noventera tiraba de Zoom Air como tecnología innovadora y presumía también de ser la primera zapatilla realizada completamente en malla, aunque se tratara de una malla completamente distinta a los que estábamos acostumbrados. El motivo para llamar Spiridon a una zapatilla sin relación alguna con su predecesora y no diseñada para correr maratones sigue siendo una incógnita.

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El tercer momento Spiridon llega en 2003 con el desarrollo del Zoom. Esta nueva Spiridon tampoco era una zapatilla con la que acabar un maratón, pero era sorprendente por el uso del Zoom visible enjaulado (Caged Zoom) y por una nueva versión en 2005 (Spiridon Plus). Curiosamente, también diseñada por otro completo outsider, Steve Smith, que ha diseñado desde la New Balance 1500 hasta la Reebok Insta Pump Fury.

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Tres décadas, tres conceptos completamente distintos. Una Spiridon en los ochenta para maratonianos que sigue siendo recordada como una de las mejores racers de la historia, una Spiridon en los noventa para un cuatrocentista y Spiridon en el siglo XXI que parecía concebida como un ejercicio de diseño. Cuidado, ahora llegan los retros.

 

Kickstories: Nike Daybreak


Una zapatilla llamada «Alba» debía ser la adecuada para alguien que sale a correr a diario. En 1980 el maratón se había convertido en religión en Estados Unidos. La victoria de Frank Shorter en los Juegos Olímpicos y la potente campaña misionera de Bill Bowerman invitaron a miles de norteamericanos a correr. Gente que salía a trotar sin saber mucho de deporte, sin saber demasiado de la competición. Por eso Nike apareció en el momento adecuado. Cuando el público pedía zapatillas para trotar. Para vestir a los campeones olímpicos ya estaba adidas, que solo pensaba en la competición. Aquellos locos que trotaban no hacían deporte.
Aunque muchos años más tarde se le criticaría por lo contrario, Nike supo mantenerse del lado de los populares, por muy lejos que llegara.
Joan Benoit era una deportista prometedora. En realidad era una esquiadora prometedora que como rehabilitación, comenzó a correr. Siendo una desconocida ganó el maratón de Boston de 1979, ganándose al público con una gorra de los Boston Red Sox. Hacía solo 7 años que se permitía a las mujeres correr en Boston y faltaban aún 5 años para el primer maratón olímpico, que también ganaría Benoit, una enamorada de las Daybreak. O habría que decir que era una enamorada del rendimiento de las Daybreak, porque la combinación beige-naranja no podía defenderla ni una campeona olímpica. Muy bien amortiguada, con la imprescindible suela wafle y realizada en nailon con puntera y talón en gamuza, la obsesión de Benoit por esta zapatilla la llevó a usarla como zapatilla de entrenamiento para Los Angeles 84, muchos años después de su aparición. Las últimas unidades de las Daybreak aparecieron en una olvidada tienda brasileña, desde donde fueron enviadas a Benoit.
En el siglo XXI aparecería una versión «Vintage»(en la foto), con un acabado envejecido y nuevos colores, que solucionaba lo único que no le gustaba a Benoit.

Kickstories: Nike PreMontreal 1973



En 1972 Bill Bowerman era el entrenador de la selección estadounidense que debía competir en los Juegos Olímpicos de 1972 y era lógico que uno de los elegidos fuera su pupilo Steve Prefontaine, una joven estrella del momento a quien nadie creyó cuando hablaba de conseguir el oro. Y de hecho, era más un deseo que una realidad, porque debía competir contra Lasse Virén. La actitud valiente de Prefontaine en la final del 5000 le llevó a convertirse en un ejemplo para miles de corredores, aunque se quedó en un cuarto puesto que él vivió como una tragedia.
A su vuelta a Oregón, su entrenador Bowerman le tenía preparada una sorpresa, había creado una marca de zapatillas llamada Nike. Prefontaine había pasado su peor momento al pasar de ser un ídolo en Estados Unidos a quedarse sin medalla en Munich. El modo de decirle que tenía cuatro años por delante para entrenar era creando para él unas zapatillas de su nueva marca. El nombre era la clave: PreMontreal. No era las zapatillas «para antes de Montreal» sino las zapatillas de Pre para Montreal. Munich estaba olvidado, era el momento de entrenar para Montreal.

Lo habitual era que la puntera tuviera una pieza para proteger los dedos, pero la costura provocaba heridas a Pre. La PreMontreal era la primera zapatilla con una puntera de una sola pieza, algo que se convirtió en la norma.
Prefontaine tenía una zancada muy poderosa y un pie muy ancho, así que a los lados tenía unas pequeñas piezas para proteger. En el talón, una pieza de goma permitía caminar con comodidad antes de comenzar la carrera. En su afán por eliminar peso, algunas pruebas tenían un swoosh que consistía en una cinta pegada. No contaban con la velocidad de Pre, que dejaba pronto las cintas adhesivas en el suelo.
Bowerman intentó usar todos los consejos de Pre, aunque ni él mismo confiaba en algunos, como los clavos colocados justo en la puntera y que no eran útiles en carrera.
Aprovechando la moda retro running, Nike tomó la parte superior bicolor de la PreMontreal y le colocó una media suela más adecuada para el uso casual y también creó una versión tecnológicamente avanzada con espuma LunarLon.

Las PreMontreal no llegaron a los Juegos Olímpicos de 1976, Steve Prefontaine moriría unos meses antes en un accidente de coche.
En una ocasión, hablando sobre las PreMontreal, le preguntaron a Bill Bowerman si pensaba que Prefontaine hubiera sido un buen consejero para hacer zapatillas. La suya fue la respuesta de alguien que le conoció bien «tenía demasiado fuego dentro, tenía demasiada cosas que decir. Después de todo ¿has visto alguien interesante que se dedique a hacer zapatillas?». Si, Bill, conocemos a alguien.

Kickstories: adidas Micropacer 1984

En 1984 adidas tenía muchos líos en la cabeza. Mientras Nike y Reebok no paraban de crecer, ellos se quedaban entre el deporte, tal y como había buscado el fundador, Adi Dassler y las relaciones sociales, opción de su hijo Horst. Estados Unidos, principal mercado, se había convertido en una pela de gallos, sin embargo la Europa del Este era coto exclusivo de las tres franjas. Pero si quieres vender en Nueva York, seguro que hay mejores modos de hacerlo que obligar a llevar tus zapatillas a una bigotuda velocista de un país que daba miedo. El boicot de los paises del Este a los Juegos Olímpicos de Los Angeles fue la puerta abierta para otras marcas.
Y así apareció la adidas Micropacer. El diseño quedaba escondido por un cubrecordones. El del pie derecho tenía un bolsillo para guardar las llaves, un recurso para que las dos fueran iguales. Lo verdaderamente apasionante estaba en la zapatilla izquierda. Un sensor en la punta de la zapatilla se conectaba con una pequeña pantalla para indicar los kilómetros, tiempo y calorias consumidas. Nunca llegué a saber qué sistema utilizaba, pero supongo que en 1984 no habría muchas más opciones que un contador de pasos al estilo de los podómetros ahora habituales. Un golpe, un paso.
Para completar el diseño, un gris plateado espectacular y el color de la mediasuela hacía que fuera imposible pasar desapercibido. Más que de un modelo que buscara ventas, se trataba de una «bala de plata», un producto que consiguiera asociar a adidas con la tecnología en la mente de los compradores. Y en plena era del GPS, pensar en una zapatilla así en 1984 es increíble.
El reloj, eso sí, tenía fecha de caducidad, porque solo disponía de fechas hasta 2009. Antes de que sufriera su particular efecto 2000, fue reeditada en varias ocasiones (en la foto) y con distintos materiales y acabados, aunque mantiene su estatus de modelo imposible.

Kickstories: Nike Waffle Trainer 1974

Siguiendo con las primeras Nike, hemos conocido Cortez y, con suela Waffle, Moon y Oregon Waffle. En 1974 aparecían las Waffle Trainer, una zapatilla creada por la petición personal de Jon Anderson. Además de ser el hijo del Alcalde de Eugene, Oregon (auténtica meca del running norteamericano y sede de Nike), Anderson había ganado la maratón de Boston en 1973 con las Nike Obori, que a partir de entonces pasaron a llamarse Boston. Anderson quería algo más de amortiguación, pero se mantuvo la suela dividida en dos partes, claramente identificables por el color, con dos densidades distintas. Una más blanda para amortiguar, otra más dura para estabilizar. Una mezcla que se mantendría durante años y que, de otro modo, pasaría a ser el elemento estabilizador estandar. La combinación de materiales parecía darle amortiguación a la vez que la mantenía estable. En el exterior, suela Waffle y en el corte, rejilla o nailon protegida únicamente en el talón y la puntera. Igualmente novedoso era el talón biselado que parecía querer quitarle unos centímetros a cada pisada.
Más tarde tuvo una versión con una suela exterior diferente. En los ochenta se utilizó el mismo nombre para otra zapatilla con la que tenía muy poco en común, y más tarde fue reeditada en plena fiebre del retro running.

Kickstories: adidas Equipment Support

Por extraño que hoy suene, a finales de los ochenta adidas estaba olvidada. Aunque durante años había sido casi la única opción para jugar al baloncesto con la Superstar, pronto se convirtieron en una auténtica rareza. La NBA estaba dominada por Nike y Reebok, que en poco tiempo se había convertido en la marca más vendida.
adidas había perdido no sólo a su creador Adi Dassler, sino a su hijo Horst, el verdadero artífice de la explosión de adidas y la marca se había convertido en una eterna pelea entre clanes familiares y accionistas. Dos hombres llegaron entonces desde el otro lado del mundo para reflotar la compañía. O eso creían ellos, porque cuando llegaron a las oficinas centrales se vieron relegados a un cargo sin mucha importancia. Peter Moore y Rob Strasser quisieron recuperar el espíritu de adidas con una línea sencilla, sin estridencias y que sirviera para hacer deporte. Todo un cambio en una adidas centrada en la moda.
Volvieron a las 3 franjas como elemento identificador y separaron adidas Performance y Originals. Y dentro del rendimiento la colección tenía muy pocas referencias, todas ellas claramente identificables por los colores blanco, negro y gris y un diseño muy funcional. Unas zapatillas de baloncesto casi olvidadas, un modelo neutro y otro de controlo de pronación para correr y una de velocidad, que fue poco a poco ampliándose en otros deportes.
Aunque la mini colección no fue ningún éxito de ventas, sirvió para que adidas entendiera la diferencia entre moda y performance y supiera mirar al rendimiento como siempre lo había hecho. La separación entre las dos líneas con logotipos diferentes es sin duda la más conseguida de todas las marcas deportivas.
Quizás te suene el nombre de esos dos tipos que dieron la vuelta a adidas y consiguieron que la sede en Estados Unidos se situara en Oregón. Strasser y Moore trabajaron en Nike donde ficharon a un joven Jordan sobre el que construyeron toda su línea, consiguieron que el arquitecto Tinker Hatfield se dedicara a diseñar zapatillas o le dieron el impulso definitivo a la categoría del Cross Training antes de intentar crear su propia compañía. Y tuvieron tiempo de fracasar con Van Grack antes de inventar la adidas que hoy conocemos.

Kickstories: adidas Oregon

En 1982, en pleno auge del running en Estados Unidos, adidas intentó contrarrestar el creciente éxito de Nike con modelos más cercanos a su cultura. La Oregon no sólo tenía el nombre de un estado norteamericano, también tenía una amortiguación pensada para corredores de asfalto. Realizada en malla y piel, más tarde se editó una versión con suede.
Destacaba por la red Dellinger, un entramado que rodeaba la entresuela con la intención de darle soporte a una espuma más blanda de lo habitual, dispersando la fuerza de los impactos contra el suelo. Fue una idea que se convirtió en un recurso clásico de las adidas de mediados de los ochenta. El inventor que le da nombre es nada menos que Bill Dellinger, bronce olímpico en el 5000 en Tokio 64 y más tarde entrenador asistente de Bill Bowerman en la Universidad de Oregon. Un díscolo que prefirió no seguir la estela del fundador de Nike.
En 1991 adidas tiró del nombre original para la Oregon Ultra Tech, una zapatilla con la que compartía pocas características y que sin embargo es más conocida por las reediciones en colores brillantes. En 2011 la Oregon 10 (sic) supo mantener el espíritu original con nuevos materiales.

Kickstories: Nike Zoom Eldoret

De la colección de Nike de 1996 ya conocemos la Jasari y Superfly, pero aún queda otra maravilla; Eldoret. Aunque se ha dicho en algunas ocasiones que se diseñó para Hicham El Guerrouj, lo cierto es que se testó con corredores de 5.000 y 10.000, aunque fue utilizado por muchos corredores de 1.500 e incluso 800. De hecho, Hicham El Guerrouj quedaría maravillado por Eldoret algo más tarde, mientras que en los Juegos Olímpicos de 1996 se dejó ver con una versión retocada de las Jasari.
El nombre Eldoret hace referencia a una ciudad keniata en el valle del Rift famosa por servir de campo de entrenamiento para algunos grandes corredores. La ciudad recibe ese nombre por un vocablo masai que significa «río de piedras», lo que por otra parte no parece demasiado acertado para una zapatilla tan rápida. En 1996 Nike se repartía con Fila y Reebok algunos de los mejores corredores keniatas y bautizar una zapatilla con un nombre africano era un modo sencillo de rendirles tributo.
Mientras la Jasari era impactante, novedosa y revolucionaria desde su concepto, la Eldoret era más contenida. Con elementos que recordaban a la Zoom Ultra, una zapatilla para velocistas de los ochenta, los clavos y su colocación fueron rediseñados para primar la comodidad, por lo que incluso tenían algo de espuma bajo el talón. La idea básica era crear una zapatilla para un velocista que pudiera aguantar más vueltas en pista. La ojetera era bastante clásica, con el uso de unos refuerzos minimalistas. Pero lo que más llamaba la atención eran las piezas que actuaban como soporte y que podía recordar a la Jordan IX y XI (y que un año después veríamos en las Zoom Spiridon). El color no hacía más que fijar la atención en una zapatilla que se convirtió en la norma entre los corredores de 1.500. La versión posterior compartía muchas de las características pero nada de su espectacularidad.
Bob Kennedy fue sin duda quien se benefició de más colores y versiones especiales.Tres años después de su lanzamiento, Hicham El Guerrouj batiría el record del mundo de la milla con ellas y muchos años después aún son muchos los que guardan un par para su milla perfecta.