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#Breaking2, la revolución de la que nadie habla

La tecnología y el deporte. El marketing y el deporte. Relaciones difíciles que históricamente han balanceado de lado a lado. Nike se las ha saltado como siempre hizo, dedicado a sus locuras y esperando ser comprendido en algún momento.

Cuando conocimos Breaking2 era imposible dejar de pensar en el equipo ciclista Sky, que hace algunos años decidió darle la vuelta a los métodos de entrenamiento clásicos y centrarse en la mejora infinitesimal de cualquier dato relacionado con el rendimiento. Conforme se iban ampliando los detalles, Breaking2 se asemejaba más a los intentos por romper el récord de la hora en ciclismo, que en los noventa se convirtieron en el verdadero motor de innovación de producto. Y por qué no, también recuerda a ciertos eventos que funcionan lejos de los parámetros deportivos oficiales. Pero este tipo de acciones no son nuevas para Nike, siempre dispuesta a ser la primera. En 1996 decidieron usar toda la tecnología disponible para convertir a un corredor keniata en esquiador de fondo olímpico. Philip Boit fue el primer keniata en participar en unos Juegos Olímpicos de invierno en Nagano 1998, aunque su 92º puesto no fue precisamente espectacular y Nike acabó desechando el proyecto.

Otro antiguo esquiador está detrás de Breaking2. Su nombre es Sandy Bodecker y entendía Breaking2 como su objetivo personal desde que se tatuó 1:59:59 en la muñeca. Lleva 35 años en Nike y hasta ahora era conocido por haber llevado a la marca al fútbol e inventarse casi desde la nada Nike SB y la división de deportes de acción de Nike. Bodecker. En la parte más rosa de su historial, estuvo casado con Cathy Freeman, la estrella australiana del atletismo que se convirtió en la imagen de Sidney 2000 con su traje Swift.

El resultado deportivo de breaking2 ha sido un moderado éxito. 25 segundos sobre las dos horas, demuestra que lo que parecía una completa locura es posible. Si hablamos de las zapatillas diseñadas para Breaking2, sus apariciones se cuentan por victorias (excepto la polémica de Bekele en Londres). Los avances tecnológicos derivados de Breaking2 comenzarán a llegar a las tiendas en junio y los seguiremos viendo en los próximos años. Breaking2 ha ocupado el lugar de los Juegos Olímpicos como evento catalizador y facilitador de innovaciones. Pero lo verdaderamente revolucionario es que Nike vuelve a abrir una caja que parecía cerrada hace tiempo, la de crear su propio contenido.

Cuando Nike fichó a la selección brasileña de fútbol en los noventa lo hizo por una cantidad que parecía desmesurada y lo era porque iba más allá de vender camisetas. Gracias a ese contrato, Nike organizaba los partidos amistosos de Brasil y se quedaba con los derechos de retransmisión. Pasaba de patrocinar eventos a crearlos y controlar, de paso, el contenido. Breaking2 es justo eso, un programa de dos horas y veinticinco segundos con contenido propio que ha conseguido que muchos pongamos el despertador a las 5.30, algo reservado para Juegos Olímpicos. Dos horas (y venticinco segundos) que continúan en redes sociales y que tendrán su propio documental en National Geographic este verano. Branded Content al máximo nivel y con un contenido real que implica a distintos departamentos, desde el desarrollo de producto a las relaciones públicas. El resultado llega directamente a un consumidor que posiblemente no estaría dispuesto a seguir un intento de mejor marca mundial en un maratón comercial. Unas zapatillas revolucionarias y los mejores atletas en un evento comunicado de un modo nunca visto. Justo lo que se espera de Nike.

Las zapatillas del maratón de Boston (V): La victoria que duró una semana

Rosie Ruiz, parecía representar el sueño americano cuando cruzó la línea de meta del maratón de Boston de 1980. En un momento en el que el maratón se profesionalizaba en la sombra, la vencedora llegaba sin patrocinadores y con una sencilla camiseta de algodón. En adidas, nadie sabía si aquella camiseta implicaba que era una de sus patrocinadas, pero no tardaron en comprobar que calzaba zapatillas Brooks. Exiliada cubana, solo se conocía su marca en Nueva York unos meses antes, que había sido mejorada en más de 25 minutos. Cuando Kathrine Switzer le preguntó si esa mejora se debía al interval training, Rosie ni sabía de qué le hablaban.

El vencedor masculino, el mítico Bill Rodgers, se sorprendió por la aparente facilidad con la que una desconocida había conseguido vencer en Boston. ¿Una completa desconocida podía conseguir la tercera mejor marca mundial?

La respuesta era sencilla: no. Nadie recordaba haberla visto durante la carrera. La prensa que acompañaba a la primera corredora no sabía nada de ella. Algunos espectadores recordaban haberla visto entre ellos cerca de la meta. Rosie Ruiz se había incorporado a la carrera en los últimos metros. Una semana después, la segunda corredora en cruzar la línea de meta, Jaqueline Gareau fue declarada vencedora, aunque todos los ojos, incluso los de los patrocinadores, estaban en otro lugar. La foto que dio la vuelta al mundo mostraba a la falsa vencedora acompañada por la policía, aunque en ese momento solo estaban acompañando a la supuesta vencedora. Aquella camiseta adidas amarilla fue más vista que las zapatillas Brooks de Jaqueline Gareau.

Las zapatillas del maratón de Boston (III): Jon Anderson, el hombre que cambió de nombre a sus Nike

Los primeros atletas que usaron Nike fueron los vecinos de Bowerman y Knight en Eugene, Portland. Uno de ellos, el hijo del alcalde, había sido olímpico en 1972, donde había compartido equipo con Prefontaine y el propio Bowerman. Jon Anderson era uno de los probadores de las zapatillas hechas a mano por Bill Bowerman y se presentó en la línea de salida del maratón de Boston en 1973 con unas Nike Obori. El nombre venía de un pequeño pueblo cercano a Fukushima, pero cuando Anderson llegó a meta en primer lugar, sus zapatillas pasaron a ser “aquellas con las que ganaron el maratón de Boston”. Poco tiempo después Nike las rebautizó oficialmente como Boston.

En 2016 Hiroshi Fujiwara las eligió para mezclarlas con la mediasuela Air Max. El híbrido también se escapó del nombre original y se convirtió en LD Zero.

Las zapatillas del maratón de Boston (II): Switzer y Gibbs, las primeras con adidas

En 1967, KV Switzer tuvo que ocultar su verdadero nombre para inscribirse en el maratón de Boston. Kathrine Virginia no podía correr porque las mujeres tenían vetada la participación en carreras mas allá de la milla y media. Otra corredora, Bobbi Gibb, había participado un año antes sin dorsal, pero sería Switzer la que pasaría a la historia, gracias a la actuación de los oficiales de la carrera que intentaron frenarle y de la oportuna aparición de un fotógrafo que inmortalizó el momento. Una y otra tenían muchas cosas en común, empezando por lo menos importante, las zapatillas.

Ambas corrieron con tres franjas (que en aquella época no lo usaba solo adidas) y en el caso de Switzer, estuvo muy relacionada con distintas marcas a lo largo de su carrera, primero como atleta (ganó NY en 1974) y luego como periodista y conferenciante. Después de Avon pasó por Reebok hasta volver a adidas en 2017 para celebrar el 50º aniversario de aquella carrera.

Las zapatillas del maratón de Boston (I); 1951 Tabi de Shigeki Tanaka

El maratón de Boston es el más histórico de los maratones comerciales y como tal tiene algunas de las mejores historias relacionadas con marcas. Nos centramos en las deportivas, en una serie de entradas que repasan la historia zapatillera del maratón de Boston.

1951. Tras la Segunda Guerra Mundial los atletas de países perdedores fueron excluidos de las competiciones deportivas. Seis años después, el primer gran evento en suelo americano con participantes japoneses era el maratón de Boston, que se celebra precisamente el día de los patriotas. Cuatro corredores japoneses se colocaban en la línea de salida del maratón de Boston con camisetas con la clásica franja diagonal y la bandera del sol naciente. Shigeki Tanaka, de un pequeño pueblo a 50 km de Hiroshima, había vivido con 13 años el ataque nuclear. En los pies, zapatillas de lona y con el dedo gordo separado, al estilo tabi que habían sido fabricadas por una compañía nacida un par de años antes, Onitsuka Tiger. Parecían perfectas para el sobrenombre con el que fue rebautizado después de hacerse con la victoria: el niño atómico.

Las zapatillas al estilo tabi han vuelto a aparecer con cuentagotas y aquellas de Tanaka han sido fielmente recreadas por Onitsuka para ediciones especiales. Su influencia en el ámbito deportivo tuvo que esperar casi medio siglo, primero con las Nike Rift (que nadie llegó a usar para su uso originario) y más tarde con FiveFingers o Topo.